

Decidieron unir sus pasiones en un sueño común: crear un edificio que no solo albergara hogares, sino que ofreciera una forma distinta de habitar. Uno, con una trayectoria impecable en la construcción; el otro, un soñador incansable. Juntos imaginaron un lugar donde la amplitud de una casa se encontrara con la serenidad infinita del mar. Un refugio que permitiera contemplar la inmensidad del océano desde la calma del propio hogar.
Su implantación fue un desafío profundo: el edificio emerge desde las entrañas del cerro, arraigado a la tierra desde sus raíces más hondas, y se eleva en busca del cielo para abrirse a vistas que quitan el aliento. Nativo Bellavista es, por esencia, un mirador. La arquitectura celebra la relación con su entorno.
Cada espacio se abre hacia el mar y hacia el paisaje característico de Reñaca, un lugar donde los atardeceres quedan grabados en la memoria de quienes los han vivido. Ubicado en la icónica calle Bellavista, el proyecto toma su nombre inspirado en lo nativo: en la belleza de lo autóctono, en el respeto por la vegetación local y en la voluntad de resignificar el paisaje con identidad y sutileza. Nativo Bellavista invita a una experiencia de conexión total.
Cada estancia fue diseñada desde su singularidad sin perder la mirada del conjunto. Es, finalmente, un mirador privilegiado que, a través de la conexión con el paisaje, nos invita a encontrarnos con nosotros mismos desde una nueva perspectiva.